Los espermatozoides organizaron un
motín debido a que cuando llega la hora de entrar al
óvulo, la tierra prometida, generalmente sólo uno es el afortunado.
Desilusionados, exigieron que en la próxima ocasión sea más
adecuado el proceso de elección, pues predominaba la ley del más
fuerte. El encargado —si es que lo hubiera— hizo caso omiso a sus
peticiones, de manera que se les ocurrió algo: a la próxima salida,
todos se agarrarían fuertemente, y así no se escabulliría
solamente uno, como era habitual, sino todos. Al llegar el momento
esperado, los espermatozoides se sujetaron unos a otros, mas la
situación no salió como esperaban, pues estaba vez no se trataba de
un coito, sino de una simple masturbación, y todos cayeron,
irremediablemente, al vacío.
Microrrelato incluido en Obnubilaciones Transitorias, Editorial Micrópolis, Perú, 2012.
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